jueves, 4 de septiembre de 2014

Fusiles para niños, blog de aceprensa, familia actual.

Fusiles para niños

Niña disparando un armaLa noticia no puede ser más alarmante: una niña de nueve años mata accidentalmente a su instructor de tiro (ver noticia). El accidente se produjo en el campo de tiro “Last Stop” en Arizona, donde la niña estaba aprendiendo a disparar un subfusil cuando el retroceso del arma hizo que perdiera el control y una bala impactara en la cabeza de su instructor. Los padres estaban grabando la escena.
“Last Stop” ofrece un lugar donde pararse a comer y disparar un arma. El restaurante brinda a sus clientes, familias sobre todo, la ocasión de pasar un día “de hamburguesas y balas” e incluye en el menú la posibilidad de elegir entre veinte modelos de armas automáticas con que aprender o ejercitarse en disparar. Y es que en Arizona es legal que los menores de 18 años porten un arma si están acompañados por un instructor o un familiar mayor de edad.
A resultas de la Segunda Enmienda, en Estados Unidos hay casi una arma por habitante, sin contar el arsenal militar, lo que, según algunos, sitúa al país en una potencial perpetua guerra civil. Y ahora son los niños los que, por el afán de sus padres y de una sociedad armada, se puede decir que nacen con un arma bajo el brazo. De hecho, hace ya un tiempo que los rifles de colores para niños se están convirtiendo en uno de los regalos de cumpleaños más deseados y se está disparando la venta de armas especialmente diseñadas para niños y niñas, azules y rosas, con dibujos y diseños infantiles. La empresa Keystone Sporting Arms, por ejemplo, fabrica “Mi primer Rifle”: “armas de fuego de calidad para la juventud de América”, según reza el slogan. Parecen juguetes, pero son armas, rifles del calibre 22 con los que se puede jugar a matar y matar realmente. En 2008, Keystone produjo 60.000 armas para niños y los fabricantes aseguran que están trabajando para responder a una demanda creciente.
Antes se decía que las armas las carga el diablo, pero ahora vemos que es la sociedad y los propios padres los que las cargan. Hace tan solo unas décadas los niños jugaban con indios y vaqueros de plástico y con esas escopetas de muelle que escupían un corcho atado al cañón, pasaron después a disparar armas de todo tipo en miles de videojuegos con tarjetas gráficas cada vez más realistas, ahora parece que el paso siguiente va a ser jugar con balas de verdad en esa gran pantalla tridimensional que es la realidad. No es una cuestión baladí ni mucho menos, porque cuando se juega a disparar armas reales la muerte se convierte en una posibilidad real.
Se nos dirá que la muerte del instructor de tiro fue un accidente, y es verdad. Pero también lo es que en el país del rifle se están equivocando sustancialmente y muchos padres se han alistado en ese ejército civil donde enseñar a sus hijos a disparar entra dentro de la preparación para la vida. Siguen al pie de la letra el antiguo adagio latino Si vis pacem, para bellum –si quieres la paz, prepárate para la guerra–, algo militarmente comprensible, pero que no puede ser más contrario al espíritu de quienes transmiten la vida. Los padres deberíamos regirnos por otra máxima más verdadera: Si vis pacem, para vitam –si quieres la paz, prepárate para la vida–.
Por desgracia, en muchas partes del mundo estamos comprobando las consecuencias fatales de una carrera armamentística que lejos de ponerle freno le hemos dado rango universitario. Sólo falta que ahora la introduzcamos como asignatura en Educación Primaria. Urge que los padres reaccionen, porque la sociedad ya ha introducido la bala en la recámara.

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