Hablamos
con el Consejo Pontificio de la Familia sobre el noviazgo, San Valentín y las
relaciones prematrimoniales
Por H. Sergio Mora
ROMA, 13 de febrero de
2013. San Valentín se festeja en todo
el mundo. En la ciudad italiana de Terni, tierra de este santo, durante la
fiesta patronal se congregan miles de enamorados que se juran fidelidad sobre
la tumba del santo, además de las personas que celebran las bodas de plata yde
oro Más allá de las promesas y la ocasión para intercambiarse regalos hay algo
muy profundo.
¿Cuál es el sentido más profundo del noviazgo?
--Mons. Laffitte: El
noviazgo tiene un sentido muy profundo, inicia cuando dos jóvenes que sienten
amor el uno por el otro, que se han declarado y que experimentan el deseo de
vivir juntos por toda la vida, quieren casarse. Inicia así para ellos un
cierto tiempo de preparación y la Iglesia lo prevé antes del matrimonio.
Entretanto es un tiempo que tiene un particular sentido, porque es el tiempo de
la promesa y no el de vivir juntos.
¿Hay diferencia entre ser novios y convivir, como
sucede muchas veces en Occidente?
--Mons. Laffitte: Hay
una buena diferencia, la promesa no es aún el compromiso definitivo, por lo
tanto no crea un derecho absoluto para la vida común futura. Significa caminar
juntos para que el compromiso se realice en las mejores condiciones posibles.
Indica un tiempo de preparación, de crecimiento, profundización y maduración.
El sentimiento tiene que transformarse en una decisión libre de empeñarse por
toda la vida, porque el noviazgo no es donarse si mismo, sino que prepara para
el don de si mismo.
¿Hoy cuál es el problema?
--Mons. Laffitte: La
falta de conciencia que existe entre la promesa y el gozar de los bienes
propios del matrimonio, o sea la convivencia. Cuando dos jóvenes se quieren y
conviven, ya están teniendo un bien que solamente el matrimonio podría ofrecer.
El don de si mismo por el otro significa que el futuro de uno le pertenece al
otro, y el otro entra en mi libertad y en mi futuro. En cambio cuando se
convive, cuando aparece una dificultad uno puede decir: 'hemos pasado un lindo
tiempo junto, quedémonos como amigos'.¿Y
cuáles son las consecuencias de una convivencia pre matrimonial?
--Mons. Laffitte: Es
doble. Primero porque uno no se prepara debidamente al don de si mismo y se ha
apropiado de la disponibilidad del otro de manera indebida. Y el segundo
problema es una situación –y las madres de familia me entenderán bien-- que es
más desfavorable para las jóvenes que para los muchachos. Porque no dan la
misma cosa, mientas que en el matrimonio ambos tienen que dar. No hay igualdad
de expectativas.
¿El invierno demográfico es favorecido por esta
convivencia prematrimonial?
--Mons. Laffitte:
Seguramente, porque esto atrasa mucho el nacimiento del primer hijo y además
porque se toma la costumbre de vivir la sexualidad fuera de la apertura a la
vida, por lo tanto con métodos anticonceptivos, para no decir nada peor. Y usar
la propia sexualidad en la modalidad contraceptiva hace que las personas no se
preparen al don de acoger la vida. Es curioso además ver que las
parejas que convivieron por un cierto número de años, cuando se casan tienen
una tendencia a la separación y al divorcio en los dos primeros años. Es
raro...
Las relaciones prematrimoniales
con efectos colaterales pesados...
--Mons. Laffitte:
Mientas se presenta a la convivencia como una manera inocente para que se
conozcan bien, en verdad no lo es. Y cuando se casan descubren que no tienen
más la libertad que existía antes. En cambio tuvieron la totalidad del gozo o
de la retribución afectiva de la persona del sexo opuesto. Los estudios
demuestran que hay más hipofertilidad en esos casos, quizás un fenómeno
psicológico, o relacionado con la edad o porque cuesta más.
¿Hay una dimensión del amor y de la fidelidad que está
en la naturaleza humana?
--Mons. Laffitte: Juan
Pablo II decía que el mayor de los deseos es el de amar y ser amado, y él se
refería a la dimensión fundamental de la vida. No existe por ejemplo, ningún
adolescente del mundo que cuando se enamora por la primera vez, digamos a los
16, 17 años, no tenga el deseo que lo que está viviendo dure toda la vida. El
deseo de un amor para siempre es enteramente natural en el hombre. Cuando se ayuda a los
jóvenes a interrogarse qué quieren realmente, entonces se dan cuenta que el
'flert' en una noche en la discoteca o en la universidad pudo ser divertido
pero no sació le deseo que existe en su corazón.
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