martes, 28 de septiembre de 2010

Obispos en Estados Unidos: el embarazo no es una enfermedad. La contracepción y la esterilización no son "prevención de enfermedades".

WASHINGTON, D.C., jueves 23 de septiembre de 2010.- La Conferencia Episcopal Estadounidense manifestó recientemente su protesta al Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos por incluir los servicios de contracepción y la esterilización como una medida de prevención de enfermedades y afirmaron que “el embarazo no es una enfermedad”.
“Prevenir el embarazo no es prevenir una enfermedad”, comienza la carta de los obispos. “La contracepción y la esterilización plantea sus propios, únicos y serios riesgos para la salud del paciente”. (…)
“En nuestro punto de vista”, afirman los obispos, “anticonceptivos con receta así como esterilización química y quirúrgica son servicios particularmente inapropiados dentro de la inclusión del término ‘servicios preventivos’ para todos los planes de salud”.
En la carta sostienen que estos términos no pueden compartir el significado ni la propuesta de los servicios preventivos como son la medida de la presión arterial, de los niveles de colesterol, la diabetes, la hipersensibilidad, las enfermedades de transmisión sexual entre otras. (…)
En la carta los obispos reconocen que “en varias épocas la mujer puede tener serias razones personales para querer evitar o postponer un embarazo”.
Sin embargo, agregan, “estas razones personales no se transforman en una condición temporal o permanente de infertilidad, en un requisito previo para la salud”. (…)
Tampoco se le puede llamar anticoncepción ‘preventiva’ al aborto, agregan los obispos en la carta, porque “el aborto no es en sí mismo una condición de la enfermedad, sino un procedimiento aparte que se realiza sólo por el acuerdo entre una mujer y un profesional de la salud”. (…)
Por último, los obispos manifestaron su preocupación por el hecho de que esta ley pueda “constituir un hecho sin precedentes que amenaza los derechos de conciencia a los empleados que practiquen sus creencias religiosas” y a otros que por su moral u objeciones religiosas se nieguen a practicar estos procedimientos.
Los obispos advirtieron que con este tipo de medidas se pueden promover, con el eufemismo de que están cuidando la salud, “reformas que tendrían una promesa vacía”.

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