4. Es
fundamental tener objetivos claros, precisos, bien delimitados, medibles y
además estables. Cuando esto es así y se pone el esfuerzo por ir hacia
delante, los resultados positivos estarán a la vuelta de la esquina. La cabeza
no tolera la dispersión de aquello que pretendemos conseguir. Ni tampoco
querer abarcar más de lo que uno realmente puede. Aprender a renunciar es
sabiduría y paz interior.
5. Toda
educación de la voluntad tiene un fondo austero, sobrio y costoso especialmente
cuando se está comenzando. Los ríos desbordados y caudalosos de la juventud
deben ser conducidos por un cauce que disciplina los impulsos y agavilla su
volumen. Ahí tienen su puesto los padres por un lado y los educadores, por
otro. Las grandes ambiciones, las mejores aventuras brotan de un pequeño
riachuelo que crece poco a poco descendiendo la montaña y que se hace ancho y
crecido en el valle.
6. A medida que
uno tiene más voluntad se gobierna mejor y no se deja llevar por el estímulo
inmediato. Tener voluntad es patrocinar la alegría. El dominio de uno mismo
es uno de los retos más nobles y que nos elevan por encima de las
circunstancias. Se consigue así una segunda naturaleza. Uno no hace
lo que le apetece, ni lo más fácil, ni escoge el camino más blando, sino que se
dirige hacia lo excelente. Es la aristocracia de la conducta.
7. Una
persona con voluntad se da cuenta de lo importante que es el orden. El
orden empieza en la cabeza: el que no sabe lo que quiere no puede ser feliz.
Orden en nuestra habitación, despacho o lugar donde funcionamos. Orden en los
horarios. Orden en no querer ser salsa de muchos guisos, ni estar desparramado
en demasiados asuntos. No olvidar esto: ordenar es tirar lo que sobra y no
sirve; en la duda, tirar.
8. Una
persona con voluntad alcanza lo que se ha propuesto si es constante. Esto
significa tenacidad, insistencia, perseverar, no darse por vencido cuando las
cosas empiezan a costar, empeño, tesón férreo. Es la política de los pequeños
vencimientos. De ese modo podemos decir que somos enanos a hombros de
los gigantes.
9. Una buena
y adecuada educación de la voluntad es un indicador de madurez de la
personalidad. No hay que olvidar que cualquier avance de la voluntad se
acrecienta con su uso y se hace más eficaz a medida que se incorpora con
firmeza a la ingeniería de la conducta. Una persona con voluntad llega
en la vida más lejos que una persona inteligente. Y al revés, una persona
sin voluntad está siempre a merced de sus caprichos, traído y llevado y
tiranizado por la filosofía del me apetece.
10. La
educación de la voluntad no se termina nunca. Lo que quiere decir que el
ser humano es siempre una sinfonía inacabada. Cuando el tiempo se pose amarillo
sobre nuestras fotografías, que podamos decir: confieso que he intentado sacar
lo mejor de mí mismo, a pesar de los pesares. Intentar hacer de la vida
personal una pequeña obra de arte, cada uno según sus capacidades y
exigencias. Trabajo de artesanía psicológica.
Termino. Nihil
difficile volenti, leí en una casa italiana en el frontispicio de su
entrada: nada es difícil si hay voluntad. Buena parte del éxito o del fracaso
en la vida personal dependen de la educación de la voluntad.
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