lunes, 24 de mayo de 2010

Sin vínculos no hay libertad.

Dialogo de Antoine de Saint-Exupery y su mujer Consuelo. Son dos personas ‘libertinas' que esperan en la felicidad que les proporcionará la independencia y autonomía. Saint-Exupery, como el Principito creado por él, viaja por distintos planetas deseoso de una vida nada encorsetada; conoce otras tantas rosas iguales a la suya... Consuelo, también de planteamientos libertinos, sufre por las ausencias de su marido y las relaciones que mantiene con sus amantes.
Al final Saint-Exupery descubre una gran verdad: su rosa es única, ninguna tiene valor sino aquella a la que se ha entregado; sólo quien está domesticado encuentra sentido a su existencia; es entonces cuando el zorro le enseña que domesticar es establecer lazos, crear vínculos. Muchos no saben que el Principito es una carta de amor de Antoine a su mujer, movida por un profundo arrepentimiento.
Así es: si queremos independencia, el matrimonio es mal camino. Si pretendemos ser felices, este vínculo que nos hace a nosotros mismos nos permite ser libres realizando el proyecto concreto que somos. Siendo más intensamente esposo soy más libre, siendo más entera y elegantemente esposa soy más libre. La vida dice que es así, y la razón solo logra vislumbrarlo... y comprobarlo. Así son los misterios humanos. (autor, Manglano)

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