Afirma Adriano Pessina, director del Centro de
Bioética de la Universidad Católica de Milán
ROMA, 16 de mayo de
2013 (Zenit.org) - El director del Centro de Bioética de la
Universidad Católica del Sagrado Corazón de Italia, Adriano Pessina, ha hecho
público un comunicado en relación a las noticias recientemente aparecidas de la
clonación de seres humanos en Oregón, Estados Unidos, manifestando su sorpresa
por la falta de reacción de la comunidad científica ante este hecho de graves
implicaciones éticas y afirmando que no hay ninguna motivación ni científica ni
terapéutica que haga legítima la clonación humana. Ofrecemos el texto del
comunicado.
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La revista Cell ha
publicado un estudio en el que se describen los resultados de un procedimiento
de clonación análogo al realizado para hacer nacer a la oveja Dolly. Lo que
constituye la trágica diferencia, respecto al precedente experimento, es el uso
de células humanas y la formación de un embrión humano para obtener células
estaminales. El llamado fin terapéutico, por ahora solo en proyecto, respecto
al precedente fin reproductivo usado en el caso de la oveja Dolly, prevé que el
embrión humano sea luego destruído para poder disponer de las células
estaminales mismas. El lenguaje científico hace difícil hacer percibir a todos
en modo adecuado la trágica gravedad de este experimento que manifiesta una
inaceptable indiferencia respecto al valor de la existencia humana en su fase
inicial. La clonación de este embrión es la generación de un ser humano, de
hecho hermano de la persona de la que se ha obtenido la célula que,
oportunamente manipulada, ha sido introducida en el ovocito enucleado que ha
permitido su desarrollo. No hay ninguna motivación, ni de orden científico, ni
de hipótesis terapéutica, que haga legítima desde el punto de vista moral esta
praxis. No hay que olvidar tampoco el hecho de que estos experimentos prevén la
utilización de ovocitos humanos: ¿podemos ignorar que esto implica también una
explotación real de las mujeres, utilizadas como productoras de material
biológico?
Impresiona la ausencia
de una adecuada reacción ética por parte de la entera comunidad científica
internacional que finge no saber que lo que se ha generado y luego destruido es
un ser humano. Ninguna futura perspectiva terapéutica hace legítima la
generación y destrucción de un ser humano. En Europa, la Convención de Oviedo,
artículo 18, prohíbe explícitamente toda constitución de un embrión humano con
fines de investigación: semejantes experimentaciones en cambio escapan a los
anchos filtros de la legislación estadounidense.
La defensa del hombre
desde sus fases embrionales y la prohibición de la manipulación del origen de
la vida humana para cualquier fin deberían ser un imperativo de entera
humanidad, un resultado compartido por todos aquellos que en la declaración
universal de los derechos del hombre saludaron el surgimiento de una nueva
conciencia respecto a los principios de igualdad y no discriminación que
deberían regular toda actividad, en primer lugar la científica.
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