martes, 1 de junio de 2010

EL AMOR DE UNA MADRE, DE MARISOL ESCRIBANO

Sólo el amor de una madre es capaz de unir en un mismo instante el mayor dolor con la mayor alegría. Es ella la que acude pronto a nosotros para enjugar las lágrimas que producen el dolor o la soledad. Es sólo ella la que ama sin esperar, calla sin provocar, escucha sin interrumpir y sufre sin herir.
¿De donde saca fortaleza para sonreír y calmar a todos, para adivinar que nos ocurre algo, para preferir al hijo más débil, para pasar inadvertida y conseguir que los protagonistas sean los demás?.
Ella es el corazón del hogar: descansa si descansamos, disfruta cuando disfrutamos y sueña con nuestros sueños...
Hace de despertador un día y otro con paciencia, cede alegremente a sus gustos, habla sin ofender, mira sin condenar y abraza sin reprochar. Es sólo una madre la que no duerme y espera hasta de madrugada mirando por la ventana; la que nos enseña las primeras oraciones y la que detecta antes que nadie nuestro primer desengaño amoroso. Es ella la que nos ayuda a vencer el miedo en la oscuridad, la que nos enseña a dar las gracias, la que insiste en que hay que visitar a los abuelos y la que dice que su hijo será "investigador" cuando se mete el dedo en la nariz.
Pues si nuestra madre en la tierra es la cumbre del amor, ¿qué no será nuestra Madre del Cielo? Ella es la Llena de Gracia y Bondad, en la que se suman todas las cosas buenas de todas las madres del mundo y la que nos quiere más que todas ellas juntas pueden querer a sus hijos.
Es de bien nacidos ser agradecidos, por eso hemos de aprovechar este mes de Mayo y siempre para demostrarle también nuestro amor y agarrarse fuerte de su mano para que nos lleve por un camino seguro y así nunca nos sentiremos solos y si nosotros no nos soltamos, Ella nunca nos dejará, ni en la lucha, ni en la tregua, ni en la paz.
Marisol Escribano Olmo, 27-5-2010

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